¿Puede Caputo salvarnos del “dólar barato”? La verdad oculta que podría hundirnos a todos.

“Todo lo sólido se desvanece en el aire”, sostenían Marx y Engels en el Manifiesto comunista, refiriéndose al poder transformador del capitalismo sobre las estructuras sociales y los valores tradicionales. En Argentina, la inestabilidad social se ha convertido en una constante. Lo que comenzó como un “veranito económico” tras las elecciones, con un retroceso en el dólar y en el riesgo país, ahora enfrenta turbulencias. En realidad, nunca fue “sólido” aquello que comienza a desvanecerse.

Este jueves, se confirmó la caída del “Plan Brady 2.0”, un préstamo que estaba negociando Luis Caputo con bancos internacionales como J.P. Morgan Chase, Bank of America y Citigroup por U$S 20.000 millones. Según el periódico estadounidense The Wall Street Journal, las negociaciones se complicaron debido a que los bancos no recibieron el respaldo esperado del Tesoro de Estados Unidos.

Ahora, la estrategia se limita a la búsqueda de un desesperado U$S 5.000 millones en forma de “Repo” a corto plazo, un intento por sostener la delicada situación financiera del país. El nuevo plan de Caputo consiste en lograr ese desembolso para reducir el riesgo país y permitir la emisión de más deuda externa, prometiendo una rápida devolución. Sin embargo, como advierte The Wall Street Journal, las entidades quedarían expuestas si las condiciones del mercado se deterioran y el país no logra colocar nuevos títulos ni obtener otras fuentes de financiamiento. Este jueves, el riesgo país volvió a subir un 6%, alcanzando los 657 puntos.

A pesar de este panorama, no se trata del fin. “No hay que descontar la capacidad que ha mostrado el Gobierno de conseguir esquemas cortoplacistas para ir pateando el momento crítico”, sostiene el economista de la Universidad Nacional del Sur, Francisco Cantamutto.

Índice
  1. La “ilusión” del dólar barato
  2. Cortoplacismo al palo, ¿vuelve el “carry trade”?

La “ilusión” del dólar barato

Desde las elecciones, la cotización del dólar ha comenzado a descender. El tipo de cambio mayorista pasó de $1.492 antes del 26 de octubre a un piso de $1.387, aunque recientemente cerró a $1.425. Sin embargo, este descenso no es únicamente un efecto de la certidumbre post electoral. También ha influido una mayor oferta de dólares, proveniente de un creciente endeudamiento de grandes empresas por alrededor de U$S 3.000 millones y unos U$S 600 millones de endeudamiento de provincias, especialmente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Estos son “dólares importados” que han permitido una estabilización temporal de la divisa, pero que apenas alcanzaron para que el Tesoro argentino comprara U$S 200 millones desde el 27 de octubre. Esta cantidad es insuficiente para robustecer las reservas, menos aún para enfrentar vencimientos de deuda de los próximos tres meses, que ascienden a U$S 6.000 millones.

El Gobierno también debe rendir cuentas ante su principal tutor, el Fondo Monetario Internacional (FMI). Según estimaciones de la consultora 1816, Argentina está U$S 13.000 millones por debajo de la meta de acumulación de reservas acordada con el organismo. Esta meta ya había sido flexibilizada en la primera revisión del Programa de Facilidades Extendidas. “Pase lo que pase de aquí a fin de 2025, nos encaminamos a negociar un nuevo waiver y nuevas metas con el organismo”, concluye la consultora de referencia en los mercados.

Los fenómenos monetarios son más sensibles a la percepción social que a los fenómenos productivos. El Gobierno apuesta a mantener el dólar bajo como ancla de precios, aunque la verdadera ancla es la recesión, los salarios en baja y la caída del consumo. Las medidas cortoplacistas de Caputo para sostener la ilusión de estabilidad que genera el “dólar barato” son explosivas y arrasan con el tejido productivo.

Entre noviembre de 2023 y julio de 2025, se cerraron 18.032 empresas, un promedio de casi 30 por día. Entre ellas, aproximadamente 1.500 son manufactureras y 1.600 del sector de la construcción. Esta destrucción del tejido productivo se traduce en una pérdida de empleos; en el mismo periodo, se registraron más de 253.728 puestos de trabajo perdidos, de los cuales unos 170.000 corresponden al sector privado. En la industria manufacturera, se destruyeron más de 43.000 empleos formales.

Los salarios que no alcanzan empujan a las familias al pluriempleo, horas extras y la autoexplotación laboral, aumentando el endeudamiento familiar. Según un informe reciente del Indec, en el primer semestre de 2025, uno de cada cuatro hogares solicitó préstamos, y el 50,9% compró en cuotas o al fiado.

La uberización del trabajo que promete la reforma laboral del Gobierno solo busca intensificar esta situación crítica. Un repartidor de Rappi, por ejemplo, necesita realizar más de 460 pedidos al mes para cubrir la canasta básica, y hasta 775 pedidos para satisfacer las necesidades mínimas de una familia. La carga es abrumadora.

Los grandes empresarios, como Rocca, cuestionan aspectos parciales de la apertura importadora que afectan sus negocios, pero no el rumbo del modelo económico. A pesar de ello, están impulsando, a través de Techint, todas las contrarreformas laborales del gran capital.

Antes de que sea demasiado tarde, una verdadera soberanía productiva frente al saqueo imperialista y las aspiraciones primarizadoras del poder financiero solo vendrá de la mano de la organización de los trabajadores, en defensa de sus puestos de trabajo y por una transformación del aparato productivo sobre bases colectivas.

Cortoplacismo al palo, ¿vuelve el “carry trade”?

El reciente y notable endeudamiento “off shore” de las empresas plantea interrogantes sobre sus objetivos. ¿Están capitalizando e invirtiendo en un contexto de incertidumbre o buscan inyectar esos dólares en una bicicleta financiera?

Según Cantamutto, “el esquema de carry trade fue compuesto exclusivamente con fondos locales, y hasta el momento no ha logrado abrir el juego a inversiones extranjeras de cartera ni esquemas de deuda”. Después de dos años de gestión, sigue sin estar claro que esto se logre pronto. En este sentido, menciona que el apoyo del blanqueo, el préstamo del FMI y del Tesoro estadounidense han sido esenciales en esquemas de corto plazo.

El Gobierno no tiene intención de acumular dólares genuinos por la vía del balance comercial, así lo expresó el presidente del Banco Central, Santiago Bausili: “Si el Tesoro recupera acceso al mercado, el Banco Central dejará de proveer reservas para los pagos”. De ahí que la única estrategia de Caputo parezca ser el endeudamiento permanente, con la promesa de poder endeudarse mejor mañana. Sin embargo, todos saben que no se puede vivir de burbujas.

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