¿Estamos a un paso de dejar que las redes nos controlen?

En un contexto de creciente desinformación y manipulación a través de las redes sociales, el activista congoleño Steward Muhindo Kalyamughuma comparte una problemática que resuena profundamente en Argentina. Así como en el país sudamericano, donde la circulación de noticias falsas puede influir en la percepción pública, el Congo enfrenta un escenario aún más crítico dentro de un conflicto armado. La lucha por la verdad y la justicia se libra no solo en los campos de batalla físicos, sino también en el digital.

En la actualidad, las redes sociales se han convertido en un verdadero campo de batalla paralelo. Sin necesidad de armas, los actores antidemocráticos pueden manipular la opinión pública, difundir rumores y acosar a periodistas y activistas que cuestionan su narrativa. El conflicto en el Congo ilustra cómo la desinformación digital se ha vuelto una herramienta poderosa para deslegitimar a quienes abogan por la paz.

El regreso del movimiento rebelde M23, respaldado por Ruanda, ha intensificado la violencia en línea. Activistas pacíficos, como los de LUCHA (Lutte pour le Changement), han sido blanco de campañas de desprestigio. Desde artistas que promueven la paz hasta investigadores de las Naciones Unidas, todos han sido acusados de cosas tan graves como la "negación del genocidio tutsi" o el "apoyo a los genocidas hutus". Esta manipulación del lenguaje de los activistas pacíficos es un fenómeno conocido como "lavado azul" o "lavado verde", donde los actores violentos intentan disfrazarse de defensores de causas nobles mientras incitan a la violencia.

Un caso emblemático es el del ginecólogo Denis Mukwege, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2018, quien ha dedicado su vida a ayudar a mujeres víctimas de violencia sexual en el conflicto. Mukwege ha sido objeto de ataques en redes como X, donde se le acusa de "propagar el odio contra los tutsis". Esta estrategia busca socavar su credibilidad y la de otros activistas que luchan por la justicia en medio de la impunidad.

La desinformación no solo proviene de individuos, sino que está respaldada por estructuras más amplias. Según un informe de la Universidad de Clemson, el gobierno ruandés ha lanzado campañas sistemáticas de desinformación en X. Utilizando tecnología de inteligencia artificial, miles de cuentas falsas han sido creadas para difundir contenido que apoya la postura oficial de Ruanda en el conflicto, mientras atacan a quienes critican su intervención.

Este fenómeno no es exclusivo del Congo. En otros contextos, como en las manifestaciones relacionadas con el conflicto en Gaza, las voces que critican a Israel son frecuentemente acusadas de antisemitismo. La activista sueca Greta Thunberg fue tildada de antisemita por abogar por un alto el fuego durante una marcha medioambiental, lo que ilustra cómo la desinformación puede polarizar el debate y poner en riesgo la vida de quienes se atreven a alzar la voz.

El movimiento LUCHA ha pagado un alto precio por su compromiso pacífico. El 12 de febrero de 2025, uno de sus miembros, Byamungu Katema Pierre, fue asesinado por rebeldes del M23. A pesar de su compromiso con la paz, los atacantes lo presentaron en línea como un miliciano. Este tipo de manipulación busca deslegitimar las voces pacíficas y silenciar la verdad en un entorno donde la violencia parece triunfar sobre la razón.

Frente a este panorama, la respuesta de los activistas es fundamental. Permanecer pacíficos y dignos es una forma de resistencia. Aunque la lucha no violenta pueda parecer ineficaz en situaciones extremas, como los bombardeos en Gaza o la represión en el Congo, es precisamente esta postura la que puede desafiar la narrativa violenta impuesta por los opresores.

La comunicación clara y sin ambigüedades es esencial para contrarrestar la desinformación. Aunque no detenga las campañas de difamación, una estrategia comunicativa sólida puede ayudar a las personas a no caer en la trampa de la manipulación. Es vital que los activistas no se autocensuren; rendirse ante la presión de aquellos que buscan silenciar la verdad es el primer paso hacia la derrota.

La lucha por la paz en un mundo hiperconectado enfrenta nuevos desafíos. La resistencia pacífica genera una inquietud en adversarios violentos, que ven en este enfoque una amenaza a su dominación. En última instancia, la relevancia de las redes sociales radica en cómo se utilizan: pueden ser herramientas de amplificación para el poder ciudadano o instrumentos de violencia y odio, dependiendo de quién las controle.

En este contexto, la voz de los activistas como Steward Muhindo Kalyamughuma es crucial. Su trabajo en LUCHA y en el campo de los derechos humanos representa una resistencia a la desinformación y a la violencia, un llamado a no abandonar la lucha por la verdad y la justicia en el Congo y más allá.

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