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La Realidad Previsional en Argentina: Un Desafío Creciente
El haber medio de los jubilados en Argentina subió en septiembre de 2025, pero sigue perdiendo valor debido a la inflación. Actualmente, el 17,1% de los adultos mayores continúa trabajando por necesidad, lo que refleja una problemática que trasciende fronteras: el envejecimiento poblacional, la sostenibilidad de los sistemas de retiro y la pérdida del poder adquisitivo de los adultos mayores son tensiones presentes en gran parte del mundo, y Argentina no es la excepción.
En América Latina, los países enfrentan desafíos similares, desde haberes insuficientes hasta el aumento del costo de vida, lo que convierte la discusión sobre las jubilaciones en un tema ineludible. Un reciente informe de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) reveló que, a pesar del incremento en los aportes, el sistema previsional argentino muestra nuevamente un déficit. En este contexto, el poder adquisitivo de las jubilaciones ha caído, ya que los aumentos nominales no son suficientes para contrarrestar la inflación. En términos reales, los recursos de la Seguridad Social crecieron 2,8% interanual, pero con cambios en sus fuentes de financiamiento.
Los Aportes y Contribuciones han aumentado en 5 billones de pesos, representando más del 60% del total de recursos. Sin embargo, el aumento de los recursos no ha sido suficiente para equilibrar el gasto, que creció 12,2% interanual, impulsado principalmente por las Prestaciones Previsionales del SIPA, que aumentaron 16,4%.
En este marco, el haber medio alcanzó los 675.510 pesos en septiembre, mientras que el haber mínimo con refuerzo se situó en 390.277 pesos. Este último ha visto una trayectoria descendente, afectado por el congelamiento de un bono de 70.000 pesos. Como consecuencia, muchos jubilados, especialmente aquellos que dependen del ingreso mínimo, han visto caer su capacidad de compra.
En octubre, la Defensoría de la Tercera Edad estimó que la canasta básica asciende a 1.514.074 pesos, un aumento del 26,1% en solo seis meses, donde los medicamentos han subido alarmantemente un 54,8%. El gasto promedio en fármacos alcanza los 402.880 pesos, superior al ingreso total de un jubilado con la mínima. Los alimentos se sitúan en 348.000 pesos, la vivienda en 294.000 pesos y los servicios rondan los 123.050 pesos, evidenciando que el ingreso previsional apenas cubre una cuarta parte del gasto total estimado.
Además, la cobertura previsional ha mostrado un retroceso. Según el último dossier estadístico del INDEC, el porcentaje de personas en edad jubilatoria que recibe un beneficio cayó del 88,7% al 82% en el tercer trimestre de 2024, siendo más marcado en hombres, donde el acceso se redujo del 89,2% al 73% en un año. Esta caída indica que cada vez más personas mayores quedan fuera del sistema, ya sea por falta de aportes suficientes o por dificultades administrativas acumuladas durante décadas.
Ante esta situación, la prolongación de la vida laboral se ha convertido en una solución recurrente. El INDEC reportó que el 17,1% de las personas en edad jubilatoria sigue trabajando, sobre todo entre los 60 y 74 años. Las razones varían: entre los sectores vulnerables predomina la necesidad económica, mientras que en los de mayores ingresos, se busca mantenerse activo.
La brecha de género también es significativa. Las mujeres mayores reciben, en promedio, un 27% menos que los hombres y son quienes más recurren a las moratorias para acceder a una jubilación. Mientras que el 80,3% de los varones logró jubilarse mediante aportes, solo el 59,6% de las mujeres puede decir lo mismo. Una gran parte de ellas, un 36,6%, accede al beneficio por moratoria, más del doble que los hombres, reflejando trayectorias laborales interrumpidas y la carga de tareas domésticas como las principales causas de esta desigualdad.
La crisis se intensifica con los costos de vivienda, ya que para quienes no tienen una casa propia, la canasta básica incluye un gasto mínimo de 294.000 pesos solo en alquiler. Esto significa que miles de jubilados deben elegir entre pagar la renta, comprar medicamentos o alimentarse. En un sistema que enfrenta un deterioro estructural, donde los ingresos crecen más lento que las necesidades, los jubilados deben idear estrategias, desde prolongar su vida laboral hasta recurrir a familiares o endeudarse.
El informe de Argendata subraya que Argentina está experimentando un envejecimiento poblacional acelerado, con un cambio drástico en la pirámide poblacional. Desde 1869, la proporción de personas menores de 20 años ha disminuido del 54% al menos del 30%, mientras que el segmento de mayores de 65 años ha pasado del 1,9% al 12,4%. Esto, sumado a la transición demográfica, genera una presión creciente sobre los recursos destinados a jubilaciones y pensiones.
En conclusión, la situación del sistema previsional en Argentina es alarmante. Con un modelo que se muestra cada vez más insostenible y en un contexto de envejecimiento poblacional, el país debe enfrentar la urgente necesidad de implementar políticas públicas efectivas que aseguren el bienestar de sus adultos mayores antes de que la crisis se profundice aún más.
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