¿Sabías que Montevideo está revolucionando el reciclaje? ¡Descubre cómo su modelo circular podría cambiar tu vida!

En el corazón de Montevideo, la usina Felipe Cardoso enfrenta un desafío alarmante: cada año, miles de toneladas de envases de vidrio llegan a sus instalaciones, donde son enterrados sin recibir el tratamiento adecuado. Esta cantidad es comparable a la construcción de un edificio entero con desechos que podrían reutilizarse, subrayando la ineficacia del reciclaje de vidrio en el país vecino, Uruguay. A pesar del creciente aumento en la conciencia ambiental, solo una parte mínima del vidrio que circula en Uruguay logra reinsertarse en procesos productivos.

Ante esta situación, la empresa Arenas de Vidrio se erige como una de las pocas iniciativas que recupera envases de vidrio y los transforma en un recurso útil para diversas industrias. En los primeros meses de 2024, la compañía logró recibir unas 20 toneladas de envases, igualando el total del año anterior. Este crecimiento se ha visto impulsado por un convenio con la Intendencia de Montevideo, que permitió sumar material proveniente de ecocentros ciudadanos.

Las proyecciones iniciales esperaban un promedio de 1.500 kilos mensuales; sin embargo, la cantidad entregada casi duplica esta estimación. Este fenómeno resalta el interés de la sociedad por reciclar, siempre que existan canales accesibles y confiables. En la planta, el proceso consiste en recibir, pesar, triturar y tamizar el vidrio, resultando en una arena reciclada que puede reemplazar hasta el 40% de la arena natural utilizada en la construcción y filtrado de agua.

Los envases que llegan a la planta provienen de una variedad de fuentes, incluyendo bodegas, hoteles, industrias, gestores de residuos y particulares. Con la integración de material de los ecocentros, el volumen de abastecimiento se ha vuelto más estable y predecible. Estos ecocentros, que funcionan como puntos de depósito de residuos limpios y separados, están abiertos todos los días, generando empleo y fomentando nuevos emprendimientos asociados al reciclaje.

Hasta la fecha, la empresa ha recuperado casi 20 toneladas, un volumen que equivale a unos 9.000 metros cuadrados de baldosas instaladas en veredas de Montevideo. Esta arena reciclada no solo mantiene la resistencia técnica de las baldosas, sino que también evita impactos ambientales derivados de la extracción de arena natural de ríos y arroyos, donde dicha actividad altera hábitats y erosiona márgenes, afectando así la biodiversidad acuática.

A pesar de que el proceso de reciclaje implica un costo energético, es fundamental considerar que la extracción tradicional también conlleva un impacto. El desafío radica en avanzar hacia mediciones de la huella ambiental que permitan comparar ambos sistemas. En este sentido, la empresa no solo se enfoca en la producción de arena reciclada, sino que también trabaja en el desarrollo de arena filtrante que podría sustituir a la arena natural en piscinas e industrias, al no absorber materia orgánica, lo que prolonga la vida útil de los filtros.

Adicionalmente, Arenas de Vidrio explora usos innovadores para el vidrio reciclado, que podrían incluir bloques aislantes, materiales refractarios y sustratos para cultivos, ampliando así el potencial de la economía circular. Cada vez más empresas han mostrado interés por la gestión de vidrios provenientes de la construcción o del recambio automotriz, aunque actualmente no existe un sistema estructurado para tratarlos.

A medida que aumenta la presión sobre las industrias para encontrar soluciones sostenibles, la disposición de residuos en vertederos también se vuelve menos atractiva debido a los costos crecientes y los controles más estrictos. Aunque la arena reciclada puede ser más costosa que la natural, iniciativas de compras públicas podrían incentivar su uso en proyectos de obra pública y urbanismo.

Finalmente, los beneficios ambientales y sociales de esta iniciativa son evidentes. El reciclaje transforma miles de toneladas de vidrio que, de otro modo, acabarían enterradas cada año, prolongando la vida útil de los vertederos y reduciendo la necesidad de nuevos espacios de disposición. Además, contribuye a la protección de ríos y ecosistemas asociados. Cada tonelada recuperada es un paso hacia la conservación de ecosistemas vulnerables, mientras que la generación de empleo y el fortalecimiento de la economía circular son una clara manifestación de que el reciclaje puede ser un motor de cambio positivo en la sociedad.

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