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La cultura del emoji, ¿el verdadero idioma universal?

No hay comentarios | Publicado el martes 13 de julio

Según Wikipedia, el esperanto es la lengua planificada internacional más difundida y hablada en el mundo.​ El nombre proviene del seudónimo que L. L. Zamenhof, un oftalmólogo polaco, utilizó para publicar las bases del idioma en 1887. La intención de este doctor fue crear una lengua fácil de aprender y neutral, más adecuada para la comunicación internacional.

Según la llamada Declaración de Boulogne, el objetivo del esperanto no es reemplazar los idiomas nacionales. Esta lengua es simplemente una alternativa internacional rápida de aprender frente a las grandes lenguas que surgen según las potencias de la época y suponen un elevado coste en recursos e igualdad lingüística para las naciones no nativas.

El esperanto está presente en servicios como el traductor de Google, Facebook y cada vez se ofrece más en plataformas de idiomas en Internet, con el ejemplo estadístico más destacable por parte de Duolingo.

Millones de personas se interesaron por el esperanto. Sin embargo, hay un idioma mucho más reciente y generalizado que el que se construye gracias a la combinación de la grafía de los lenguajes tradicionales y los agregados visuales de las redes sociales, como el emoji.

El emoji rompe fronteras

Según Carlos Prego en Xataka, la pregunta para hacerse es sobre el rol del emoji. Es decir, cómo es que esas caras caricaturescas que tenemos a mano en nuestros teléfonos celulares se convirtieron en poderosas armas de comunicación sintetizada. Dentro de Internet, además, se fueron cocinando distintas maneras de combinar palabras de muchos idiomas, para dar forma a un modo cada vez más particular y unívoco de comunicarse con otras personas.

Existe algo así como una hibridación entre el idioma convencional y los apoyos visuales, con un fuerte componente de oralidad en la escritura.

Según José Pazó, doctor de Lengua Española y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), «las redes e Internet introducen en la escritura rasgos de la lengua oral, que es espontánea, inmediata e interactiva». Sin embargo, como hay cosas que no se pueden reflejar (los gestos, el volumen…) se recurre a ciertos signos. Esos signos son, por ejemplo, las mayúsculas y minúsculas o alteraciones en la puntuación. «Las redes han añadido todo eso. Crean una cuña entre la oralidad y la escritura, menos sujeta a la gramática”, reflexiona Pazó.

Esta manera de expresión prendió con especial fuerza entre las capas más jóvenes de la población, permeables, empeñadas en definir su propia personalidad. Se trata de una generación familiarizada con el manejo de las redes desde la cuna y que. A menudo, estos jóvenes se destacan por un uso frecuente de plataformas como Twitter o Instagram. »

Pazó aclara que «no es que el fenómeno sea exclusivo de adolescentes y niños. Pero sí ha encontrado en esa franja de edad un terreno particularmente bien abonado». «los grupos toman las lenguas como forma de expresión. Toman palabras, giros, frases… como suyos. Lo hacen también los gremios en busca de funcionalidad, precisión y una forma de distinguirse. Los jóvenes son además grandes creadores de léxico y de cambios de acepción de palabras. Eso se ve en las redes.

«Generación emoji»

Como señala Carmen Maíz Arévalo, profesora del Departamento de Estudios Ingleses: Lingüística y Literatura de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). «la población adolescente tiene la necesidad de distinguirse de sus mayores, de marcar su propia identidad y a la vez generar grupo. Lo que hacen con la lengua es crear nuevas expresiones, abreviaturas».

La diferenciación que los jóvenes buscan de los adultos no parece ser ninguna novedad en la historia de la humanidad. Sin embargo, sí es cierto que la velocidad de este proceso es mucho más marcada que en décadas anteriores. Incluso, estamos en presencia de una generación mucho más volcada hacia lo visual.

Como señala Maíz Arévalo, «se utiliza más un lenguaje que llamamos híbrido, mezcla de emojis, gifs… con texto, que incluye además abreviaciones, muchas onomatopeyas, repeticiones de caracteres. Es un rasgo que se da en distintos idiomas entre la población más joven”.

Un ejemplo concreto de esta diferenciación son los estados de WhatsApp. En ese espacio virtual que juega las veces de carta de presentación en esa plataforma, los jóvenes son mucho más dados a la utilización de emoticones. En cambio, los adultos suelen inclinarse por frases.

Es decir, las nuevas generaciones están moldeando un nuevo idioma, con sus propias características. No es puramente oral, ni puramente escrito, sino híbrido. Se trata de un lenguaje que no tiene nada que ver ni con la conversación cara a cara ni con la escritura que podemos usar en una charla más formal.

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