¡Descubre cómo la Ecopsicología puede salvar tu salud mental en tiempos de crisis climática! ¡No te quedes atrás!

RÍO DE JANEIRO – Un reciente estudio del Instituto Nacional de la Juventud de Chile reveló que un alarmante 42 % de los jóvenes chilenos no desea tener hijos. Este cambio de mentalidad está profundamente influenciado por la crisis climática. La encuesta, realizada entre 1513 jóvenes de entre 15 y 29 años, se publicó el 18 de abril de 2024 y determinó que el 67 % de quienes rechazan la idea de la paternidad citan el cambio climático como una razón significativa para su decisión, con una cifra casi igual entre hombres (66 %) y mujeres (68 %). Además, un 46 % de los encuestados expresó su intención de mudarse de su localidad debido a los riesgos climáticos, lo que refleja una creciente preocupación por el futuro del planeta.
Esta tendencia no es única de Chile. A nivel global, los efectos de los fenómenos climáticos extremos y el acceso inmediato a la información han llevado a un aumento de la ansiedad y el pesimismo en los jóvenes. De hecho, un 91 % de los encuestados en la misma investigación se mostró pesimista respecto a la calidad de vida que les espera, así como a su salud mental. Estas preocupaciones han dado lugar a un nuevo campo de estudio: la ecopsicología, que se centra en la conexión entre la mente humana y la naturaleza, buscando abordar cómo el cambio climático impacta la salud mental de los individuos.
“La ecopsicología critica el antropocentrismo y el antropoceno, dos conceptos conexos, uno que nos pone en el centro del universo, de la naturaleza y de las especies, otro que se refiere a la era en que nuestra acción sobre la naturaleza pasó a prevalecer, incluso en términos de destrucción”, explica Christian Dunker, psicólogo social.
El auge de nuevas enfermedades mentales como la ecoansiedad resalta la necesidad de abordar estas problemáticas de manera integral. Desde su creación en 2016, el Instituto Brasileño de Ecopsicología ha trabajado en la intersección entre salud mental y medio ambiente, promoviendo la idea de que una relación más saludable con la naturaleza puede mitigar la angustia provocada por la crisis climática. En este sentido, el congreso de la Sociedad Internacional de Ecopsicología, que se llevó a cabo en Brasilia en julio de 2025, abordó el tema “Ecopsicología y crisis climática”, justo antes de la Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático.
La ecopsicología es un campo relativamente nuevo que aún no ha alcanzado la formalización como disciplina universitaria, pero su relevancia es innegable. El término fue popularizado por el libro “La voz de la tierra” del estadounidense Theodore Roszak, publicado en 1992, donde se sistematizan las conexiones entre la salud mental humana y la crisis ambiental. Según Roszak, ignorar nuestra conexión con la naturaleza puede llevar a una “locura de la sociedad industrial”.
Los efectos del cambio climático no solo se manifiestan en la salud mental, sino que también han influido en el ámbito político. El fenómeno del negacionismo ambiental ha ganado terreno, sobre todo en contextos donde la angustia sobre el futuro se convierte en un catalizador para rechazar la evidencia científica. Esto fue especialmente notorio durante el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, donde se implementaron políticas que debilitaron las leyes de protección ambiental.
El desafío es, entonces, doble: por un lado, hay que desarrollar herramientas para enfrentar la ansiedad y angustia derivadas de la crisis climática; y por otro, es esencial promover una relación equilibrada entre la humanidad y la naturaleza. Expertos como Marco Aurelio Carvalho, fundador del Instituto Brasileño de Ecopsicología, destacan la importancia de rescatar saberes ancestrales y de las culturas originarias que han sido marginadas, pues estas contienen conocimientos valiosos sobre cómo vivir en armonía con el medio ambiente. Carvalho menciona el ejemplo del pueblo sentinelés, que supo interpretar las señales de la naturaleza para sobrevivir a un tsunami.
La ecopsicología propone que se reconozcan y respeten los “derechos del planeta”. Además, el contacto con la naturaleza conservada podría ser un remedio efectivo para mitigar la ecoansiedad. Un ejemplo de esto es el “baño forestal”, una práctica japonesa conocida como shinrin-yoku, que ha demostrado reducir el estrés y mejorar la salud cardiovascular al promover la inmersión en entornos naturales.
Como concluye Christian Dunker, “la angustia es por definición un afecto contagioso”, y el impacto del cambio climático se agrava en un entorno digital que manipula la información con fines políticos. Esto provoca que la crisis climática se entrelace con cuestiones de raza, clase y género, ya que sus efectos no son distribuidos equitativamente. En definitiva, las evidencias son claras: el futuro depende de la forma en que abordemos tanto la salud mental como nuestra conexión con el entorno natural.
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