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La inteligencia artificial (IA) ha comenzado a transformar el entorno educativo, levantando tanto expectativas como preocupaciones entre docentes y estudiantes. Una reciente investigación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a través de la Encuesta Internacional de la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS 2024) pone de relieve los posibles beneficios y riesgos que esta tecnología presenta en las aulas de todo el mundo.

Según el informe TALIS 2024, la integración de la IA en la educación puede traer consigo cinco ventajas significativas, siempre que se aplique de manera ética y pedagógicamente adecuada. Estas son: la mejora en los planes de clase, la adaptación de materiales a distintos niveles de aprendizaje, el apoyo personalizado al alumnado, la provisión de recursos para estudiantes con necesidades especiales, y la automatización de tareas administrativas.

Sin embargo, el análisis también revela una cierta desconfianza entre los educadores. Un estudio complementario realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa sobre 1.013 centros educativos de España indica que un 28% del profesorado de Primaria y un 35% de Secundaria utilizan la IA para preparar sus clases, pero existe una gran preocupación respecto al uso que los estudiantes hacen de esta tecnología. Un 75% de los docentes expresa su temor al plagio, un 68% se muestra inquieto por la información errónea generada por la IA, y un 52% advierte sobre los posibles sesgos y manipulaciones que pueden afectar a su alumnado.

En este contexto, es importante destacar que el informe TALIS no profundiza en cuestiones éticas relacionadas con el uso de la IA, un aspecto que, según Carlos Magro, presidente de la Asociación Educación Abierta, es fundamental en la educación. Magro critica la tendencia a enfocarse en los riesgos más evidentes, como el plagio, mientras se ignoran otros riesgos potencialmente dañinos, como la dependencia tecnológica y la pereza cognitiva. En su opinión, la IA podría afectar la profundidad, la calidad y la permanencia de los aprendizajes, así como debilitar habilidades clave como el pensamiento crítico y el bienestar emocional durante la adolescencia.

Por lo tanto, muchos expertos consideran que la discusión acerca de la IA en las aulas debe ir más allá de determinar cuándo y cómo los estudiantes pueden usarla. Es esencial reconocer que la IA ya está presente en sus vidas y que, como educadores, deben estar preparados para ofrecer herramientas que les ayuden a detectar errores, desinformación y los sesgos inherentes a esta tecnología. El desafío radica en formar a los docentes en la utilización de la IA de manera que potencie el aprendizaje y no que lo limite.

Esta situación plantea un escenario complejo donde la inteligencia artificial puede ser un aliado o un obstáculo en la formación de los jóvenes. A medida que la tecnología avanza, se vuelve crucial que las instituciones educativas adopten un enfoque proactivo y crítico, integrando la IA de una manera que beneficie a todos los estudiantes, sin sacrificar la calidad educativa ni los valores éticos fundamentales. La educación del futuro depende de cómo gestionemos estos nuevos recursos digitales en el aula.

Este contenido ha sido elaborado en colaboración con Triodos Bank.

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