¡Descubre por qué el 70% de los graduados están condenados al desempleo si la universidad no cambia YA!

El avance de la tecnología y la inteligencia artificial (IA) plantea desafíos inéditos en diversas áreas que obligan a repensar el trabajo, la educación y la naturaleza misma del ser humano. En un contexto donde el acceso a la información es cada vez más sencillo, Emilio López Gabeiras, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral, abordó estos temas en el capítulo 11 del encuentro de Negocios del Futuro organizado por LA NACION.
“Cuando había logrado responder todas las preguntas, de golpe me cambiaron todas las preguntas”, comenzó el educador citando al poeta uruguayo Mario Benedetti. Esta frase captura el vértigo que generan las nuevas tecnologías y la IA, un fenómeno que, como explicó López Gabeiras, ha estado en constante evolución desde los inicios de la humanidad, pero que se ha acelerado notablemente en los últimos 50 años.
Entre sus argumentos, destacó la predicción de Gordon Moore, fundador de Intel, quien en la década de 1960 pronosticó que los chips duplicarían su velocidad cada dos años y que su costo se reduciría a la mitad. “Esto se ha cumplido rigurosamente desde esa época”, subrayó. López Gabeiras ilustró el avance tecnológico con ejemplos impactantes. “En aquella época, una computadora ocupaba una habitación completa y costaba millones de dólares. Hoy, tenemos más poder de procesamiento en el reloj que llevamos en la muñeca”, afirmó.
Históricamente, la adopción de tecnologías ha sido un proceso gradual: la electricidad tardó 40 años en alcanzar el 80% de adopción en Estados Unidos y Europa, mientras que el teléfono demoró 25 años en llegar al 50%. Sin embargo, los smartphones alcanzaron el 70% de penetración global en solo ocho años, incluso en países en vías de desarrollo. Por otro lado, ChatGPT alcanzó los 100 millones de usuarios en apenas dos meses. “Ya no crecemos de manera lineal, sino que vivimos de forma exponencial. La tecnología avanza rápidamente, ¿cómo podemos integrarla en nuestras vidas?”, se preguntó.
López Gabeiras comparó este avance con el “horizonte de eventos” de los agujeros negros, donde las leyes de la física no aplican y donde no disponemos de información. “Si alguien dice que dentro de 30 o 40 años estaremos haciendo algo, está especulando. La realidad es que no sabemos cómo será la tecnología en ese momento. A ese ‘horizonte de eventos’ nos seguimos acercando por curiosidad y con inconsciencia”, señaló.
El académico enfatizó que definir tareas exclusivamente humanas se torna complicado, pero afirmó que “ese trabajo tiene que tener un sentido, y ahí es donde entra el ser humano”. Propuso escenarios futuros donde el avance de la IA no desemboca en una distopía, sino que “aumenta la productividad violentamente” y nos permite repensar el trabajo desde otra perspectiva. “Podríamos trabajar por vocación o por juego. La idea es que el trabajo no solo nos brinde sustento, sino también un sentido a nuestras vidas”, introdujo.
López Gabeiras recordó que, en los últimos 100 años, la universidad se ha visto como un medio para conseguir trabajo. “Pero, les propongo un ejercicio: viajemos en el tiempo a la antigua Grecia. ¿Se imaginan a Platón caminando por el Ágora? ¿La gente que lo escuchaba iba allí solo para conseguir trabajo o para cultivar el saber y disfrutar del placer de compartir con otros?”, cuestionó. En este sentido, destacó que la universidad del futuro debe ser un lugar donde se dé sentido a la información. “La universidad tiene que preparar nuestro criterio para procesar esa información; de lo contrario, estará condenada al fracaso”, advirtió.
El académico citó a Joseph Aoun, quien presenta un modelo basado en tres pilares: la técnica, la comprensión de datos y la humanidad. “Esos datos y técnica deben dotar de sentido al ser humano. Aquí entran el juicio ético, la empatía y el sentido”, argumentó. Se preguntó si estamos enseñando lo que realmente importa y si estamos formando personas capaces de adaptarse y trabajar con nuevas tecnologías.
Al cerrar su exposición, López Gabeiras comparó un escenario futuro con la película La sociedad de los poetas muertos (1989), donde el protagonista busca hacer ver a los estudiantes las cosas desde otro punto de vista. “El docente debe ser una guía y un facilitador que potencie a los alumnos. La universidad no debe ser solo un conjunto de aulas que transmitan información, sino un espacio humano, como el Ágora de Platón, donde podamos compartir y vivir experiencias más profundas que las que la IA puede ofrecer”, concluyó.
“No se trata solo de adoptar tecnología, que puede ser prometedora; lo importante es saber a dónde queremos ir”, cerró, dejando a la audiencia con una reflexión sobre el futuro que nos espera en un mundo cada vez más tecnológico.
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