¡Descubre por qué entrenar en ayunas podría arruinar tu salud hormonal femenina! ¡Los expertos advierten!

El ayuno intermitente se ha convertido en una tendencia popular en Argentina y el mundo, especialmente entre aquellos que buscan perder peso y mejorar su salud. Sin embargo, la práctica de saltarse el desayuno tradicional genera interrogantes sobre su compatibilidad con el ejercicio físico. ¿Es seguro entrenar en ayunas, especialmente para las mujeres? Esta pregunta ha cobrado relevancia a medida que más personas adoptan este estilo de alimentación.
Según un artículo de The Independent, la combinación de ayuno y ejercicio físico puede variar en seguridad y efectividad dependiendo del género, el tipo de entrenamiento y los objetivos personales. Muchas personas que implementan el ayuno intermitente reportan beneficios como mayor claridad mental, mejoras en el metabolismo y un mejor control del peso durante los períodos de restricción alimentaria. Sin embargo, los expertos advierten que la efectividad del ayuno intermitente también depende de características individuales como la fisiología, el nivel de actividad y el manejo del estrés.
La investigadora en nutrición y fitness, Stacy Sims, señala que “el ayuno intermitente puede ser útil, principalmente en personas inactivas o con enfermedades metabólicas”. No obstante, advierte que quienes ya entrenan regularmente no obtienen ventajas al añadir el ayuno a su rutina, y que las mujeres que se dedican a deportes intensos pueden ver afectado su rendimiento y salud. Esta diferencia se relaciona con la sensibilidad de la kisspeptina, un neuropéptido crucial en la regulación hormonal femenina.
Sims destaca que el ayuno intermitente puede disminuir la producción de kisspeptina en mujeres, especialmente cuando la ingesta de carbohidratos es insuficiente. Esto puede causar desequilibrios hormonales, aumento del apetito y menor sensibilidad a la insulina, lo que resulta en una mayor tendencia a la intolerancia a la glucosa en mujeres, un fenómeno menos común en varones.
Por otro lado, el entrenador y experto en ciencias del deporte, Sergii Putsov, menciona que, aunque entrenar en ayunas puede ser seguro en algunos contextos, depende de los objetivos y del tipo físico de cada persona. Para ciertos atletas, el ayuno puede ayudar a fomentar la quema de grasas y mejorar la sensibilidad a la insulina. Sin embargo, la falta de glucógeno puede generar fatiga y degradación muscular si la alimentación posterior no compensa ese déficit.
La entrenadora personal Edwina Jenner añade que el impacto del ayuno varía según la rutina. Recomienda prácticas como pilates o yoga en ayunas, pero advierte que el entrenamiento de fuerza necesita suficiente energía para ser efectivo. “Los entrenamientos serán menos productivos y, sin reservas adecuadas, el avance se ralentiza”, afirma Jenner, quien también señala que muchas mujeres que entrenan sin comer terminan sintiéndose cansadas, hambrientas y desmotivadas. Esto se asocia a alteraciones menstruales, estrés elevado y un aumento de grasa abdominal.
Los expertos consultados por The Independent coinciden en que, salvo en casos muy específicos, no es recomendable entrenar sin consumir alimentos previamente. La combinación de ayuno y ejercicio intenso puede causar desequilibrios hormonales en mujeres, además de irregularidades menstruales, mayor ansiedad y disminución del rendimiento.
Para optimizar el rendimiento y la salud metabólica, Jenner sugiere un desayuno nutritivo y adaptado a la tolerancia individual. Se aconseja ingerir alimentos fáciles de digerir y esperar entre veinte y treinta minutos antes de entrenar. En el caso de opciones ligeras, como bananas o batidos, se recomienda esperar una hora; mientras que para desayunos más sustanciosos, como avena o huevos, lo ideal es esperar entre una hora y media y dos horas.
La hidratación adecuada es igualmente esencial. Putsov sugiere beber suficiente agua antes del entrenamiento y, en rutinas intensas, añadir electrolitos para mantener los niveles de energía y el metabolismo. Finalmente, los expertos advierten que forzar al organismo más allá de sus reservas puede provocar fatiga, mareos y náuseas a corto plazo, así como alteraciones hormonales o anímicas a largo plazo. Por lo tanto, es clave adaptar la alimentación y la hidratación a las necesidades reales y evitar extremos que comprometan la salud.
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