¿Está el fútbol argentino al borde del colapso? Revelamos los escándalos que podrían destruirlo todo.

El fútbol argentino se encuentra en una encrucijada de escándalos y decisiones controvertidas que han puesto en tela de juicio la integridad de sus competencias. Mientras la selección nacional, liderada por Lionel Messi, se corona campeona mundial en Qatar 2022 y bicampeona de América en Brasil 2021 y Estados Unidos 2024, las ligas domésticas parecen caer en un caos indescriptible. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ha creado una figura bicéfala que empieza a oscurecer el legado de nuestros héroes. Murales que celebran a la selección campeona han sido vandalizados por hinchas de distintos equipos, furiosos por los arbitrajes sospechosos y cambios repentinamente aplicados en los reglamentos que minan la credibilidad del torneo, un refugio emocional para millones de argentinos.
El primer acto de repudio simbólico en un campo de Primera División ocurrió el pasado domingo. Los jugadores de Estudiantes de La Plata dieron la espalda a sus colegas de Rosario Central en el pasillo de honor antes del partido de octavos de final del Clausura. Tres días antes, Rosario Central, que cuenta en sus filas con Ángel Di María, había sido declarado campeón de un torneo que nadie sabía que estaba en juego.
La Primera División, que alberga a 30 equipos, se ha fragmentado en dos torneos: Apertura y Clausura. Estos se dividen en grupos, y los puntos acumulados se reflejan en la Tabla Anual, que hasta hace poco se pensaba otorgaba tres plazas para la Copa Libertadores 2026. Sin embargo, la AFA sorprendió al declarar campeón a Central, el equipo que había terminado en la cima de esta tabla, llamando a su hazaña como el “Campeón de Liga 2025”. La entrega de premios a los jugadores de Central fue una imagen surrealista que dejó atónito al ambiente del fútbol. En una caravana de celebración, los jugadores regresaron a Rosario, 300 kilómetros al norte de Buenos Aires.
La AFA justificó su decisión argumentando que había un acuerdo entre los dirigentes de los clubes, pero Estudiantes desmintió esto, afirmando que no hubo votación, sino que fue una decisión unilateral. Este conflicto se traduce en la lucha de poder entre el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, y Juan Sebastián Verón, presidente de Estudiantes y exjugador de la selección argentina. Mientras que algunos dirigentes prefieren no enfrentarlo públicamente por temor a represalias en los arbitrajes, Verón ha levantado la voz en esta disputa.
Curiosamente, el siguiente partido debía ser entre Estudiantes y Central, y la AFA dispuso que los jugadores de Estudiantes realizaran un pasillo de honor. Sin embargo, en una jugada de judo político, los jugadores de Estudiantes se dieron la vuelta, enviando un mensaje claro: no era un gesto contra Rosario Central, sino una protesta hacia la AFA. El partido terminó sorpresivamente con una victoria de Estudiantes por 1-0, eliminando a Central, a pesar de su desempeño destacado durante la temporada.
Como respuesta, la AFA anunció que los clubes debían seguir un protocolo específico para el pasillo de honor. Según un supuesto documento emitido en febrero, los jugadores debían permanecer en sus lugares y sin realizar movimientos que alteraran el protocolo. Sin embargo, se descubrió que este documento fue creado en los minutos finales del partido entre Estudiantes y Central, lo que desnudó la falta de transparencia por parte de la AFA. A pesar de esto, la AFA sancionó a los jugadores de Estudiantes y a su presidente, Verón, quien fue suspendido por seis meses, mientras que 11 futbolistas recibieron castigos de dos partidos.
El presidente de Argentina, Javier Milei, aprovechó la oportunidad para respaldar a Estudiantes y criticar a la AFA, reiterando su deseo de tomar control del fútbol argentino. Su postura es parte de un deseo más amplio de muchos presidentes argentinos de politizar el deporte. En las últimas horas, Tapia también ha sido vinculado a denuncias sobre lavado de dinero, lo que agrava aún más la crisis de credibilidad en la AFA.
El escándalo en torno al pasillo de honor es solo un capítulo en una serie de irregularidades que han afectado la organización del fútbol argentino. Recientemente, el Tribunal de Ética de la AFA suspendió a Walter Otta, entrenador de Morón, tras declaraciones que nunca realizó sobre los arbitrajes de un partido crucial. La falta de pruebas fue ignorada, lo que refuerza la percepción de que las decisiones dentro de la AFA están motivadas por intereses personales y no por el bienestar del deporte.
La situación se complica aún más con un sistema de arbitraje que muchos consideran está sesgado a favor de equipos cercanos a la AFA. Mientras tanto, las hinchadas expresan su descontento. A medida que la AFA sigue multiplicando los torneos, la posibilidad de que en 2026 haya hasta nueve campeones diferentes de Primera División se convierte en una amarga burla.
El fútbol argentino enfrenta una crisis de credibilidad sin precedentes, y la lucha por recuperar su esencia parece estar lejos de resolverse. En un contexto donde el fútbol debería ser un motivo de unión y orgullo nacional, los escándalos y las irregularidades han generado un clima de desconfianza que solo el tiempo podrá sanar.
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