¿Está Trump a punto de transformar tu economía? Descubre cómo su plan para la dolarización podría cambiarlo todo ¡antes de que sea tarde!

Las noticias sobre la muerte del Rey Dólar, parafraseando el famoso desmentido de Mark Twain sobre su propio fallecimiento, se han demostrado harto exageradas. Los primeros compases de la Administración de Donald Trump hicieron correr ríos de tinta sobre el peligro que esta versión 2.0 de la Trumpeconomía podía suponer para la hegemonía mundial del billete verde, el cual ha ido en retroceso con el paso de las décadas, y ese exorbitante privilegio que conlleva para la deuda pública del país. Sin embargo, entre el ruido y las astracanadas, la guerra arancelaria y las mil y una contradicciones, Washington mueve fichas para reforzar el trono.
En resumen, se vislumbra un Make the dollar great again en ciernes. El Gobierno estadounidense está desarrollando de forma muy agresiva el mercado de las stablecoins, monedas digitales de valor estable que sirven como un sistema de pagos alternativo a la moneda corriente. Este auge, que ya alcanza cifras astronómicas, representa una nueva forma de dolarización indirecta. Según un informe de Financial Times a principios de este mes, altos cargos del Gobierno han explorado la posibilidad de animar a otros países a adoptar el dólar, como hicieron Ecuador y El Salvador hace 25 años, y han mantenido reuniones con expertos, entre ellos, Steve Hanke, un veterano especialista en inflación y moneda de la Johns Hopkins University, conocido en algunos ámbitos como “doctor Dinero”.
Hanke confirmó a EL PAÍS el encuentro, que se llevó a cabo en un momento de turbulencias en Argentina, y destacó que, aunque la Administración de Trump tiene una política bien articulada sobre las stablecoins basadas en dólares, aún debe establecer una estrategia más integral para promover su uso. Estas monedas digitales se utilizan tanto para el intercambio de criptoactivos como para el pago de bienes y los envíos de dinero internacionales. Hoy, el 99% de todas las stablecoins que circulan en el mundo, que ya suman 225.000 millones según JPMorgan, están denominadas en dólares, lo que puede considerarse como una suerte de dólar digital, aunque emitido por el sector privado, a diferencia de iniciativas de la zona euro o de Pekín.
Para 2028, algunos informes sugieren que este mercado podría alcanzar los tres billones de dólares. Washington ha sido explícito sobre sus expectativas respecto a esta nueva divisa. En julio pasado, se aprobó la Genius Act, ley que regula los activos digitales y su crecimiento de manera decidida. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, declaró entonces que este tipo de tecnología “reforzará el estatus del dólar como divisa de reserva global y llevará a un aumento de la demanda de bonos del Tesoro estadounidense, que respaldan las stablecoins.” Además, Bessent añadió que “podrá impulsar a millones de nuevos usuarios, en todo el mundo, a una economía de activos digitales basada en el dólar”.
¿Cuán fuerte permanece la hegemonía del billete verde? Actualmente, el dólar representa el 58% del total de las reservas en divisas extranjeras de todo el mundo, mientras que el euro, en segundo lugar, alcanza apenas el 20%. Este casi 60% es un dominio notable, pero palidece respecto a la década de 1970, cuando superaba el 80%, y significa también el nivel bajo de las últimas dos décadas. La preeminencia del dólar se ha erosionado, pero eso no implica que alguna moneda pueda arrebatarle el trono en un futuro previsible.
Joseph Gagnon, experto en finanzas del Instituto Peterson de Economía Internacional, comenta que actualmente solo hay dos competidores potenciales: el euro y el yuan. “La gente tiene miedo de confiarle su dinero a los chinos, cuyas autoridades mantienen fuertes trabas para mover capitales dentro y fuera del país. Europa está demasiado fragmentada para desafiar al dólar; necesita sistemas bancarios, financieros y fiscales más unificados, con un gran presupuesto central y un Tesoro único, como en Estados Unidos”, explica Gagnon. “Cuando esto ocurra, el dólar afrontará una competencia real”, concluye.
Las stablecoins no parecen ser la vía para el sorpasso del euro sobre el dólar. Santiago Carbó, investigador de Funcas y catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, advierte del peligro de que Europa “pierda el tren” con las monedas digitales. “Visa y Mastercard ya son estadounidenses, si tampoco te subes a la ola de las stablecoins, te vas a quedar muy descolocado en el mercado global de los sistemas de pagos”, señala.
Además de las monedas digitales, hay otras vías para impulsar el uso de los dólares, según Hanke. Una opción es lo que se conoce como “caja de conversión”, donde la moneda nacional se emite y se intercambia a una tasa fija con el dólar, totalmente respaldada por este. Otra opción es la dolarización directa, que implica retirar la moneda original “a un museo” y sustituirla por la estadounidense. Hanke, quien ha participado en programas de dolarización en Montenegro (1999) y Ecuador (2000), aboga por una política que contemple las tres alternativas. A su juicio, no solo supondría un beneficio para Estados Unidos, sino también para los países que adopten esta estrategia.
Sin embargo, esta opinión es ampliamente debatida. Gagnon considera que la dolarización es “un acto de desesperación” que resulta “difícil de revertir”. Aunque en algunos casos ha servido para controlar la inflación, implica asumir la política monetaria de la Reserva Federal y limita la capacidad de los países para manejar crisis. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha alertado sobre el auge de las stablecoins, destacando que podrían afectar adversamente la transmisión de la política monetaria a través de los bancos.
Al mismo tiempo, el rol global del euro ha crecido en importancia en Fráncfort. Algunas voces sugieren que el cambio de panorama podría abrir la puerta para que el euro desempeñe un papel internacional más significativo. El euro digital ya se ha convertido en una prioridad en la agenda financiera de la Unión Europea. En este sentido, la estrategia de potenciar la hegemonía del dólar entra en contradicción con otras políticas de la Administración Trump, ya que su valor bajó en torno a un 10% respecto a otras divisas fuertes en el primer semestre del año.
Un dólar más barato podría ayudar a reducir el déficit comercial que tanto preocupa a Trump, pero choca con el afán por conservar el “exorbitante privilegio”. En este contexto, las políticas arancelarias y el impulso al stablecoin basado en el dólar, aunque parezcan incoherentes, comparten un objetivo central: ayudar a financiar el déficit fiscal.
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