¡Increíble! Una enfermera vizcaína recibe incapacidad permanente tras una batalla épica con el COVID-19 ¿Qué significa esto para su futuro?

El Juzgado de lo Social número 2 de Bilbao ha otorgado la incapacidad permanente a una enfermera vizcaína que padece de fatiga crónica y otros efectos secundarios graves tras haberse contagiado de COVID-19 durante las primeras semanas de la pandemia, específicamente en abril de 2020. Este fallo judicial le permitirá no volver a ejercer como enfermera, aunque podrá desempeñar otras labores profesionales que no requieran un esfuerzo físico significativo.
La sentencia, comunicada por el despacho de abogados Parrado, que representó a la sanitaria durante el proceso, señala que la enfermera experimentó un deterioro cognitivo que se manifestaba en síntomas como niebla mental, dificultades de concentración y temblores en brazos, piernas y mandíbulas tras contraer la enfermedad. Esta situación, según el fallo, "persiste en el momento actual".
En mayo de 2021, a los síntomas iniciales se sumaron malestar general y síndrome de fatiga crónica, caracterizado por un cansancio abrumador. Un año después, la mujer volvió a infectarse, lo cual le generó "un cuadro de incontinencia urinaria que le obliga a llevar pañal para adultos", tal como se detalla en el informe pericial presentado en el juicio.
El despacho de abogados ha explicado que la demanda fue diseñada considerando el deseo de la demandante de continuar trabajando. A través de este proceso, se buscó abrir la posibilidad de reconocimiento de una incapacidad que le permitiera seguir contribuyendo en el ámbito laboral. La resolución judicial aclara que "sí conserva capacidad para desarrollar tareas de corte liviano o sedentario", dado que puede desplazarse a un centro de trabajo y realizar tareas que no impliquen esfuerzo físico, siempre que el lugar cuente con instalaciones adecuadas para las necesidades específicas que su condición requiere, como el vaciado de la vejiga y el cambio de pañal.
Este caso no solo resalta la importancia de la atención médica y el reconocimiento de las secuelas de la COVID-19, sino que también plantea un debate más amplio sobre la capacidad laboral de quienes, tras haber padecido la enfermedad, enfrentan retos permanentes en su salud. A medida que se conocen más historias de personas que sufren secuelas post-COVID, es crucial que tanto las instituciones como el ámbito laboral se adapten a estas nuevas realidades, garantizando condiciones laborales que permitan a los afectados desempeñarse de manera digna y efectiva.
La historia de esta enfermera no es un caso aislado. Según estudios recientes, muchos trabajadores en diversas profesiones han reportado secuelas persistentes tras haber contraído COVID-19, lo que ha llevado a un creciente interés en la implementación de políticas laborales que reconozcan estas realidades. La experiencia de la enfermera vizcaína podría sentar un precedente importante en el tratamiento de casos similares, no solo en España, sino en todo el mundo. Este fallo judicial podría inspirar otras instancias a considerar un enfoque más humano y comprensivo hacia aquellos que han padecido efectos duraderos de la pandemia.
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