¡Inversiones para menores: ¿una oportunidad de oro o un riesgo mortal? ¡Descubre lo que nadie te cuenta!

La reciente decisión de la Comisión Nacional de Valores (CNV) de permitir y expandir el acceso de jóvenes de entre 13 y 17 años a diversos instrumentos del mercado financiero ha desatado un debate que va más allá de la normativa actual. Este cambio legislativo impacta directamente en la relación de los adolescentes con el dinero, una etapa crucial en su desarrollo personal y educativo. Aunque la medida requiere la aprobación de un tutor, expertos advierten que este requisito no siempre asegura que los jóvenes comprendan o sigan adecuadamente el manejo financiero.

La asesora en finanzas personales María Laura Acosta subraya que el verdadero desafío no radica únicamente en la habilitación, sino en la preparación previa de los adolescentes. “Si un adolescente opera sin entender riesgo, objetivos y horizontes, la experiencia deja de ser formativa y pasa a ser una exposición innecesaria”, señala. Muchas familias se encuentran frente a herramientas financieras desconocidas y, aun con supervisión, las decisiones pueden ser más intuitivas que informadas.

La realidad contemporánea, dominada por plataformas digitales, tutoriales y aplicaciones que prometen accesibilidad inmediata, fomenta un interés que, sin una guía adulta adecuada, puede resultar confuso. Acosta argumenta que la alta exposición informativa sobre finanzas coexiste con un bajo nivel de comprensión estructural por parte de los jóvenes. Es fundamental que, junto a la supervisión de un adulto responsable, exista una educación financiera sólida que permita a los adolescentes entender conceptos esenciales como la inversión y la especulación.

La CNV sostiene que la política busca promover una educación financiera desde una edad temprana, pero reconoce la necesidad de avanzar en programas educativos formales y en la capacitación de tutores. La educación financiera no debe recaer solo en los adolescentes, ya que el entorno familiar también requiere herramientas para acompañar el proceso. Esto es especialmente relevante ahora que se ha ampliado el acceso a Fondos Comunes de Inversión y otros instrumentos que, aunque no son extremadamente complejos, requieren un entendimiento básico que algunos adultos pueden no dominar completamente.

La apertura regulatoria está redefiniendo las dinámicas familiares. Cada vez más adolescentes plantean preguntas sobre ahorro, inflación y manejo del dinero, temas que antes se discutían solo al ingresar al mercado laboral. Este cambio obliga a muchos adultos a buscar información para poder acompañar decisiones financieras responsables. Las plataformas que permiten operar con supervisión han reportado un aumento en las consultas de padres que desean entender mejor las opciones de inversión y los riesgos asociados.

Las entidades que promueven la educación financiera destacan que estos procesos pueden ser beneficiosos si se acompañan de una contención emocional y un seguimiento continuo. Sin embargo, el consenso entre los especialistas es claro: debe existir una enseñanza formal que complemente estas experiencias. Acosta resume esta necesidad al afirmar que “el conocimiento financiero tempranamente incorporado cambia trayectorias personales y familiares. No se trata de prohibir, sino de acompañar con herramientas reales”.

En conclusión, la discusión sobre el acceso de los jóvenes al mercado financiero no solo implica una cuestión normativa, sino que también pone de manifiesto la urgencia de una educación integral y la necesidad de que tanto adultos como adolescentes se capaciten en el manejo responsable del dinero. Este enfoque no solo beneficiará a los jóvenes en su desarrollo personal, sino que también contribuirá a una cultura financiera más sólida en la sociedad argentina.

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