¡La IA está a punto de revolucionar tus estudios! Descubre cómo el WiFi 7 y la realidad virtual cambiarán todo en 2024. ¿Estás preparado?

La educación superior en Argentina y el mundo se encuentra en un punto de inflexión decisivo, impulsado por la expansión de tecnologías avanzadas. La implementación de herramientas como centros de datos, realidad virtual (RV) e inteligencia artificial (IA) está transformando la experiencia educativa, ofreciendo oportunidades de aprendizaje más personalizadas y accesibles.
Según Pedro Romero, Oficial de Ciberseguridad y Privacidad en Huawei, el sistema educativo global enfrenta una creciente presión. Con un incremento anual en la matrícula y una cantidad insuficiente de docentes para atender la demanda, es crucial adoptar tecnología en el ámbito universitario. Romero advierte que se proyecta un déficit global de docentes de 44 millones para 2035, lo que resalta la necesidad de soluciones innovadoras.
Las instituciones educativas están reconociendo que la integración de tecnología no es solo una opción, sino una respuesta necesaria. Margarita Áñez, Rectora de UCompensar, subraya que "transformar la educación es abrir espacios donde todos ganamos". Este enfoque no solo busca formar profesionales, sino también construir relaciones que generen un valor real para individuos y organizaciones.
El uso de data centers se ha vuelto fundamental. Estos centros permiten manejar grandes volúmenes de información, garantizando la seguridad y la privacidad de los datos académicos. A través de la gestión avanzada de datos, se facilita la interacción y el aprendizaje activo, elementos esenciales en la educación moderna.
Romero señala que los gemelos digitales en la gestión de data centers permiten simular cambios en tiempo real, lo que ayuda a anticipar comportamientos del sistema en diversos escenarios. Esto representa una mejora significativa para el manejo académico, al permitir escalabilidad y robustez en la gestión de recursos.
La IA también juega un papel crucial. Estas tecnologías analizan el desempeño y las preferencias de cada estudiante, ofreciendo asesorías personalizadas a gran escala. Romero explica que "con la inteligencia artificial, lo que se busca es pasar de un sistema de transmisión de conocimiento a un espacio donde realmente se desarrollen habilidades". Esta capacidad de adaptación ayuda a abordar uno de los principales desafíos de la educación universitaria: ofrecer calidad y opciones de aprendizaje personalizado.
Las tecnologías inmersivas, como la realidad virtual y la holografía, están revolucionando el acceso a prácticas experimentales. En campos como la medicina, la ingeniería y las ciencias naturales, los estudiantes pueden simular procedimientos complejos de manera segura, lo que amplifica su experiencia formativa. “Estamos hablando de realidad aumentada. ¿Imaginen tener su protoboard aquí virtual y ustedes van poniendo los elementos? Sería muchísimo más fácil”, explica Romero.
La conectividad también se ha vuelto un habilitador clave. El nuevo estándar WiFi 7 promete velocidades más altas y menor latencia, facilitando el uso intensivo de aplicaciones de RV, IA y plataformas colaborativas. Esto asegura que las aulas inteligentes funcionen de manera fluida, permitiendo la integración de dispositivos personales, como gafas de realidad aumentada.
A pesar del avance tecnológico, Romero subraya que “nadie se siente inspirado por una inteligencia artificial, pero sí por un profesor”. El componente emocional y el acompañamiento psicopedagógico que ofrece un docente no pueden ser reemplazados por soluciones digitales. En este sentido, la tecnología debería ser vista como un complemento que potencia la labor docente, permitiendo a los educadores dedicar más tiempo a actividades que realmente impacten en el aprendizaje de los estudiantes.
En resumen, la educación universitaria está en medio de una transformación profunda impulsada por la integración de tecnologías avanzadas. Esta transformación no solo atiende a la creciente demanda de educación, sino que también redefine cómo enseñamos y aprendemos. La clave estará en equilibrar la innovación tecnológica con el invaluable aporte humano que los educadores brindan en el proceso educativo.
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