¡Milei y su controversial plan: ¿podría el Congreso ser solo un adorno? Descubre el futuro incierto de la política argentina!

El presidente Javier Milei celebró el martes pasado la colocación de deuda realizada por el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) a una tasa del 7,8%. Este gesto no solo representa una distensión política, sino también un signo de optimismo para el Gobierno, que busca obtener un préstamo a una tasa manejable para afrontar el vencimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de US$4 mil millones programado para enero.
La estrategia del Ministerio de Economía se centra en regresar a los mercados voluntarios de deuda para refinanciar los compromisos sin la intervención del Tesoro estadounidense. El ministro Luis Caputo aspira a demostrar que la solvencia del país no depende exclusivamente de factores aleatorios, como el respaldo de figuras como Donald Trump. La combinación de un programa de superávit y una política de restricción monetaria, según Caputo, ha ganado solidez tras su ratificación en las urnas. A su vez, busca dejar claro que una crisis externa no será suficiente para derribar su gestión, a diferencia de lo que ha ocurrido en situaciones similares en el pasado.
Este contexto de esperanza alimenta a la oposición, que se ha visto alentada por recientes caídas en el mercado, especialmente en el sector de las tecnologías, motivadas por un debate sobre la valoración de las empresas de inteligencia artificial que impactó en los índices de la Bolsa de Nueva York. Asimismo, el riesgo país volvió a situarse en 650 puntos y el Wall Street Journal reportó sobre el fracaso de un ambicioso plan de rescate de deuda argentina por cerca de US$20.000 millones, en el que participarían bancos importantes como JP Morgan, Bank of America, Chase y City Group. Caputo se apresuró a desmentir cualquier negociación de este tipo, calificándola como una “operación” mediática, aunque sus palabras no lograron convencer a todos.
En este complicado panorama, la única vía para un renacimiento opositor depende de que el Gobierno cometa errores significativos. Caputo necesita dejar en claro que puede afrontar los pagos sin depender de Estados Unidos, a la vez que propone una reforma tributaria que haga más competitiva la producción local sin poner en peligro la recaudación. En este sentido, a mitad de semana recibió dos buenas noticias: la deuda se redujo en aproximadamente 11 mil millones de dólares y el superávit se mantuvo por segundo año consecutivo.
Por otro lado, el Gobierno ha avanzando en la construcción de un oficialismo “modular” en el Congreso, que le permita aprobar las reformas propuestas por el presidente y, más crucial aún, evite la sanción de leyes que comprometan el equilibrio fiscal, como sucedió durante la campaña electoral. Para ello, el nuevo ministro del interior, Diego Santilli, se reunió con una docena de gobernadores influyentes en ambas cámaras del Congreso. El bloque de La Libertad Avanza (LLA) se ha visto fortalecido, además, con la incorporación de algunos radicales que han estado alineados con el Gobierno. La situación del partido UCR es ambigua, ya que sus diputados parecen abandonar el barco o, alternativamente, han sido dejados de lado por un partido que atraviesa un período de confusión y desconexión con la sociedad.
La situación se complica aún más para el bloque kirchnerista, que ha sufrido una merma en sus bancadas, incluyendo a aquellos diputados que responden al gobernador catamarqueño Raúl Jalil. Si a estas pérdidas se suma la debilidad interna del kirchnerismo, La Libertad Avanza podría convertirse en la primera minoría en la Cámara baja. Es conocido que los líderes del peronismo en el norte del país buscan distanciarse de Cristina Kirchner, quien actualmente enfrenta múltiples reveses judiciales, desde la incautación de propiedades por su condena en la causa Vialidad hasta los testimonios que la vinculan con los escándalos de las coimas en la causa “de los cuadernos”. Este contexto promete llevar a una serie de audiencias llenas de tensiones que se alejaron de la narrativa de una conspiración judicial en su contra.
En el Senado, bastión del kirchnerismo, la situación tampoco es favorable. La pérdida de ocho bancas obligó a Cristina Kirchner a intentar reagrupar a su tropa, pero el bloque de Unidad Federal no respondió a su llamado. Como resultado, el justicialismo K se vería reducido a 24 bancas, lejos de la hegemonía que alguna vez tuvieron, lo que limitará su capacidad de bloquear proyectos oficialistas. Ahora solo podrán frenar decisiones que requieran una mayoría calificada de dos tercios.
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