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Política de redes en tiempos de campaña

No hay comentarios | Publicado el domingo 4 de agosto

El universo argentino en las redes sociales

A diario, millones de personas (entre ellas, claro, el propio público de medios) dialogan por múltiples plataformas digitales.

Mientras tanto, muchos todavía discuten el real impacto de las redes sociales en la opinión pública tradicional.

Según el reporte de Hootsuite de 2018, en nuestro país hay 52 millones de cuentas activas en las tres redes sociales públicas y abiertas más importantes: 32 millones Facebook, 16 millones en Instagram y unos 4 millones en Twitter.

En volumen total, prácticamente tenemos a una Argentina virtual.

Un país paralelo y a la vez relacionado directamente con la población que componemos unos 45 millones de habitantes.

De ese enorme entramado digital surgen todo tipo de comunicaciones para rastrear como si fuésemos buzos tácticos en aguas profundas.

La clave está en saber qué ir a buscar e investigar.

Con Scidata Argentina indagamos en ese universo de tuits y posts con resultados francamente asombrosos, en especial cuando la investigación se centra en el debate político.

¿Qué nos dicen las redes sociales sobre la política?

En primer lugar, son un termómetro muy sensible a las discusiones que se propagan por las distintas plataformas.

Así, un dirigente político o un candidato en campaña puede vivir en pocos minutos, el sinsabor de la crítica y del elogio.

Todas esas reacciones estarán en el perfil de sus cuentas en distintas plataformas.

Un equivalente que en otros tiempos podrían haber sido sacos repletos de cartas, atiborrados en varias habitaciones de la casa de una estrella de cine.

¿Cómo clasificar semejante información a analizar?

Para que las redes sociales sean un campo de análisis válido hay que tener en cuenta algunos elementos de su estructura de funcionamiento.

En primer lugar, saber quién es quién

Por un lado tenemos las cuentas fake (usuarios que dicen ser quienes no son).

También tenemos a los ttrolls (los que ni siquiera se preocupan en demostrar su identidad)

Y no dejan de tener protagonismo los influencers (personas reconocibles virtualmente, generalmente lejos de los medios de comunicación).

Todos componen un escenario desafiante.

Saber quién publica implica tener indicios de por qué lo hace.

Las intenciones de fondo (por las que se les paga o no) empujan a las publicaciones.

En segundo lugar, la ubicación

Es vital para cualquier investigación social en medios digitales saber el dónde, el lugar geográfico desde el que cada usuario publica.

¿Se puede considerar relevante un tuit sin identificación geográfica? La repuesta podría ser un “puede ser”, pero dentro de ella puede haber un autoengaño del análisis.

La clave es saber que quien publica es quien es y lo hace desde un lugar determinado.

Eso nos permite reconstruir un mapa inteligente, con información online de los tuits y posteos.

En este sentido, no es casual que la política hoy se valga de estos recursos, incluso para ir mucho más allá del análisis de diálogos en redes, lo que técnicamente se denomina listening.

Tanto el gobierno nacional como los provinciales y municipales son hoy demandantes de  servicios de este tipo.

Estos combinan la información de redes, datos de bases de datos de organismos públicos y el propio padrón electoral.

Todo va a un gran y único procesamiento.

El fin es llegar a hacer un ciudad-por-ciudad, barrio-por-barrio, manzana-por-manzana y hasta un puerta-a-puerta, con quien publica a favor o en contra de los candidatos.

Resultados en línea, ¿reflejo de la realidad?

En cuanto a los resultados que nos pueden dar las redes, debemos poner varios reparos.

En primer lugar, hablemos de las menciones.

Hoy por hoy, el presidente Mauricio Macri es el precandidato presidencial más mencionado.

¿Eso quiere decir que es el más votado? Para nada.

Lo que denominamos trascendencia digital bien podría asociarse a la popularidad en el mundo de los medios o en el artístico.

Ahora bien, ¿un famoso de la televisión, del cine o del teatro es un buen candidato político? No necesariamente.

Son varios los ejemplos que construyen una medianera entre popularidad y respaldo político. Tal vez el más reciente haya sido el de Marcelo Tinelli.

Sus reiteramos amagos para dar el salto a la carrera política fueron consecuencia de esa sospecha: la fama no (necesariamente) da votos.

Un trabajo que realizamos en 2018 con Scidata puso en evidencia este fenómeno.

En diciembre de ese año, la mención de Marcelo Tinelli en las redes sociales había alcanzado a casi 90 millones de cuentas de redes sociales.

Toda geolocalizadas en la Argentina y en otros países, especialmente de América.

En el mismo mes, el presidente Mauricio Macri, con distintas publicaciones que lo mencionaban, alcanzaba casi 60 millones de cuentas.

Sin embargo, a nivel local, el animador televisivo apenas si cosechaba respaldos políticos en redes como Twitter, Facebook e Instagram.

Mientras tanto, las encuestas tradicionales también mostraban su bajo calado político.

Lo positivo y negativo de las redes

Uno de los datos más ricos que entregan las redes sociales es el que surge de lo positivo o negativo de una publicación.

Gracias al análisis de algoritmos que detectan semánticamente palabras, términos y su ubicación sintáctica arrojan un resultado en tiempo real clave.

Aportan información sobre la valoración que un diálogo determinado tenga sobre un hecho, una persona o una institución.

El resultado del análisis es lo que se denomina sentimiento de las redes.

Nos muestra una temperatura al minuto del humor de los usuarios dentro de distintas charlas digitales.

En este plano de análisis, por ejemplo, y dentro del terreno electoral, hoy por hoy, Mauricio Macri goza de una buena reputación digital.

Los recientes números de julio mostraron que el actual presidente y precandidato de Juntos por el Cambio logra poco más del 30% de menciones positivas contra algo más de 19% de negativas.

En el mismo período, la expresidenta y también precandidata Cristina Fernández logra una performance un poco peor: 28,82% de menciones positivas contra casi 20% de negativas.

¿Qué mide el sentimiento?

¿Qué indican estos resultados del sentimiento en la política de redes sociales sobre ambos dirigentes?

En principio digamos que son candidatos competitivos, independientemente de que puedan ganar o no.

Un postulante con niveles de rechazo digital muy elevado tiene sus chances electorales menguadas de antemano

Esto se debe a que tendrá frente de él a una audiencia virtual refractaria.

Este fue un elemento central en la decisión del oficialismo de declinar varias candidaturas para estas elecciones.

Otros dos indicadores (entre varios otros) a tener presente en el análisis de redes sociales son el ratio y el engagement.

En el caso del ratio, la división de las menciones positivas y negativas nos entrega un indicador normalizado.

Este nos permite hacer comparaciones entre campos de análisis que queramos comparar.

Así, nuevamente en base con datos de julio, Mauricio Macri logró un ratio de 1,55 sobre 1,20 de Alberto Fernández.

Este resultado la política de redes no predice necesariamente una intención de voto.

Más bien enmarca el clima de diálogo, en este caso, sobre un precandidato presidencial.

El rendimiento, a su vez, debe ser evaluado en una línea de tiempo, que marque la evolución del este y otros indicadores.

Justamente un buen dato para complementar en el sentimiento de las redes es el engagement.

Es ni más ni menos que el “enganche” que genera una publicación en cualquier cuenta.

Se trata de la intensidad que general un tuit o un post reflejado en los reenvíos, likes o comentarios sobre esa publicación.

A mayor engage, mejor vínculo entre ella y la audiencia que la recibe.

Cada red social (desde la más privada como WhatsApp hasta la más abierta y pública como Twitter) tiene sus propias características.

Cada una requiere de herramientas de análisis particulares.

En tiempos electorales, más aún, la política de redes nos dará algún tipo de información que enriquezca a las ya tradicionales encuestas de opinión.

Estas, poco a poco, también se empiezan a valer de esas redes para actualizar sus métodos de indagación social; el “minuto a minuto” de la opinión público-digital las obliga a hacerlo.

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