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Censura online, en nombre de la pandemia

No hay comentarios | Publicado el jueves 15 de octubre

El instituto de investigación Freedom House advirtió que varios gobiernos en el mundo están metiendo las narices más de la cuenta en Internet.

Según el reporte, las administraciones están introduciendo herramientas de vigilancia en la Web y recopilación de datos que podrían representar una amenaza duradera para los derechos de los ciudadanos.

El informe Freedom on the Net 2020 trabajó en el análisis de la situación en 65 países.

Para Freedom House la pandemia aceleró un declive en la libertad de expresión y la privacidad en Internet por décimo año consecutivo.

En ese sentido, acusó a algunos gobiernos de usar el virus como pretexto para tomar medidas enérgicas contra el discurso crítico.

El presidente de Freedom House, Michael J. Abramowitz, aseguró:

«La pandemia está acelerando la dependencia de la sociedad de las tecnologías digitales en un momento en que Internet es cada vez menos libre. Sin las garantías adecuadas para la privacidad y el estado de derecho, estas tecnologías pueden reutilizarse fácilmente para la represión política».

Los países con más censura

Para Freedom House, China es el país en donde más se vulneran las libertades en línea.

La organización calificó al país como el peor en libertad de Internet por sexto año consecutivo.

Desde que surgió el brote de coronavirus en Wuhan en diciembre pasado, China desplegó todas las herramientas de su arsenal de control en la Web.

Entre otras medidas, implementó la vigilancia digital hasta la censura automatizada y los arrestos sistemáticos.

El fin del gobierno chino es detener la propagación, no solo de Covid-19, sino de información no oficial y críticas al gobierno.

Sin embargo, esas censuras con son exclusivas del gigante asiático.

Siguiendo el ejemplo de China, los gobiernos de Bangladesh a Bielorrusia bloquearon informes y sitios web que contradecían fuentes oficiales.

Esas naciones revocaron credenciales y detuvieron a periodistas que cuestionaban sus estadísticas.

En Venezuela, por ejemplo, el gobierno prohibió un sitio web con información sobre el covid-19 creado por la oposición.

Por su parte, varios periodistas fueron detenidos y obligados a eliminar el contenido en línea sobre la propagación del virus en los hospitales.

De la información errónea a la censura

Con el argumento de limitar la información imprecisa sobre el avance del coronavirus, varios países decidieron aplicar restricciones a las publicaciones online.

Según Freedom House, al menos 20 países, incluidos Tailandia, Filipinas y Azerbaiyán, impusieron restricciones excesivamente amplias al discurso.

Muchas de las medidas son leyes nuevas o ampliadas que controlan la información supuestamente falsa.

Por ejemplo, Zimbabwe aprobó una disposición de emergencia que penaliza la información «falsa» sobre el Covid-19.

La medida podría poner a los infractores en riesgo de hasta 20 años de prisión.

Un impacto sobre la libertad de expresión

El analista de investigación senior de tecnología y democracia en Freedom House, Allie Funk, aseveró que el impacto a largo plazo de estas leyes será devastador para la libertad de expresión.

Este peligro se constituye por el hecho de que las restricciones fomentarán la autocensura y el clima de miedo que ellos crean.

Para que quede claro, Funk remarcó:

«Es menos probable que las personas denuncien ciertos temas porque no quieren enfrentar sanciones penales o no quieren enfrentar el acoso o la violencia selectiva de partidarios del gobierno en línea».

Al menos 13 países dieron un paso más allá, imponiendo bloqueos de Internet que mantuvieron a la población completamente en la oscuridad.

Un grupo realmente sorprendente es el que integran Etiopía, Myanmar y Bangladesh.

Esos países vienen aplicando restricciones de conectividad a largo plazo que afectan a los servicios de telefonía e Internet.

Estas restricciones limitaron gravemente la capacidad de los residentes para aprender sobre el virus u obtener información vital sobre su propagación.

Vigilancia en nombre de la salud

El seguimiento de la propagación del coronavirus es clave para limitar más infecciones.

Esta estrategia fue la aplicada en Corea del Sur, con resultado exitoso.

Sin embargo, sin protecciones sólidas de privacidad, Freedom House advierte que algunas respuestas tecnológicas a la pandemia podrían allanar el camino hacia futuros estados de vigilancia.

Al menos 30 gobiernos en distintos puntos del mundo invocaron la pandemia para aprovechar los datos de telecomunicaciones para una vigilancia masiva con poca supervisión.

En Pakistán, Sri Lanka y Nigeria, entre otros lugares, ese trabajo lo están realizando o en conjunto con agencias de seguridad nacional y militares.

En al menos 54 países, sus gobiernos introdujeron aplicaciones de teléfonos inteligentes para rastrear contactos, hacer cumplir cuarentenas y monitorear el estado de salud de las personas.

Pero estas aplicaciones no cuenta con las protecciones de privacidad adecuadas.

En China, por ejemplo, docenas de códigos de salud y aplicaciones de rastreo de contactos recopilan datos personales a los que las autoridades pueden acceder fácilmente.

En Singapur, los trabajadores migrantes que ya se enfrentan a discriminación en ese país, deben usar aplicaciones, distinguiéndolos de otros residentes.

Para Freedom House, algunas herramientas de monitoreo digital se están implementando apresuradamente y con poca responsabilidad sobre cómo los datos personales.

Datos como ubicación, nombres y listas de contactos pueden terminar en manos públicas con graves consecuencias.

El director de tecnología y democracia y coautor del informe, Adrian Shahbaz, fue concluyente sobre el alcance de estas peligrosas medidas:

«La historia ha demostrado que las tecnologías y las leyes adoptadas durante una crisis tienden a quedarse. Al igual que con el 11 de septiembre, miraremos al coronavirus como un momento en que los gobiernos obtuvieron nuevos poderes intrusivos para controlar a sus poblaciones».

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